Terminar la universidad es un logro enorme, pero ¿qué hacer después de la universidad? Esta pregunta ronda la mente de muchos recién graduados. Al acabar tus estudios universitarios se abre un mundo de posibilidades: desde seguir formándote con un máster, hasta lanzarte al mercado laboral para empezar a ganar experiencia profesional. También puedes tomarte un respiro, viajar, hacer un voluntariado o incluso emprender tu propio proyecto.
No es extraño sentirse algo perdido en esta etapa de transición. Después de años de rutina académica, de exámenes y trabajos, llega el momento de decidir el rumbo de tu futuro profesional. Lo importante es no entrar en pánico: existen muchas opciones y caminos distintos. En este artículo exploraremos las principales alternativas que tienes al acabar la carrera, con consejos para que puedas tomar la mejor decisión según tus objetivos y circunstancias personales.
Además, responderemos algunas de las preguntas frecuentes que suelen hacerse los egresados y te daremos recomendaciones finales para encarar con éxito esta nueva etapa. De hecho, cada año miles de estudiantes se gradúan en las universidades de España, y la mayoría se plantean esa misma cuestión. ¡Sigue leyendo para descubrir todas las posibilidades que tienes frente a ti tras la universidad!
Seguir estudiando: hacer un máster o posgrado
Tras la carrera, una de las opciones más populares es continuar con tu formación académica cursando un máster u otro posgrado. Esta vía te permite profundizar en tu área de estudio, especializarte y mejorar tu perfil de cara al mercado laboral. De hecho, actualmente muchos jóvenes optan por estudiar un máster nada más graduarse para diferenciarse y ampliar conocimientos. De hecho, en España alrededor del 25% de los graduados continúa con un máster tras terminar su grado.
Ventajas de hacer un máster o posgrado
Hacer un máster tiene varios beneficios para tu desarrollo académico y profesional:
Especialización: Te conviertes en experto en un área concreta de tus estudios, adquiriendo conocimientos más profundos que en la carrera.
Mejora de empleabilidad: Un posgrado puede hacerte más atractivo para las empresas, aumentando tus oportunidades en el mercado laboral. En sectores competitivos, contar con un máster es un plus que te distingue.
Red de contactos: Al cursar un posgrado conocerás profesores y compañeros con intereses similares. Este networking académico y profesional podría abrirte puertas en el futuro.
Requisito para ciertos puestos: Algunas profesiones o empleos de nivel alto exigen un título de máster (e incluso el doctorado). Tenerlo te permite acceder a posiciones que de otro modo estarían vetadas. De hecho, en ciertas profesiones es obligatorio: por ejemplo, para ejercer como abogado debes cursar el Máster de Acceso a la Abogacía, y para ser psicólogo general sanitario o arquitecto también se exige un posgrado habilitante. En esos casos, hacer el máster no es solo una opción, sino un paso necesario.
Paso previo al doctorado: Si piensas en la investigación o la docencia universitaria, un máster es casi imprescindible como antesala de un doctorado. Te prepara metodológicamente para dar el salto a la tesis doctoral.

Aspectos a considerar antes de seguir estudiando
Antes de matricularte en un posgrado, debes valorar algunos factores importantes. En primer lugar, contempla la inversión de tiempo y dinero que supone. Un máster suele durar entre uno y dos años, y puede ser costoso. Piensa si realmente lo necesitas para tu futuro profesional o si en tu campo podrías primero ganar experiencia profesional trabajando. A veces, adquirir práctica en el mundo laboral puede ser igual o más valioso que otro título académico.
También es fundamental elegir bien el programa y la universidad. Investiga la calidad del posgrado, el temario, el prestigio de la institución y las salidas que ofrece. No todos los másteres ofrecen el mismo valor: opta por uno alineado con tus metas. Por ejemplo, si tu objetivo es emprender, quizás un máster en administración de empresas (MBA) te sería más útil que un posgrado puramente teórico.
Finalmente, una opción a considerar es realizar tu posgrado en el extranjero. Estudiar fuera de tu país te permitirá mejorar un idioma, conocer otra cultura y quizá acceder a programas de posgrado reconocidos internacionalmente. Existen becas específicas para estudiar fuera (como las becas Erasmus+, Fulbright u otras) que pueden facilitarte esta experiencia. Un máster en otro país no solo enriquece tu currículum, sino que también expande tu visión profesional y tu red de contactos a nivel global.
Por último, ten en cuenta tu motivación. Seguir estudiando requiere energía y ganas de continuar en la vida académica. Si estás muy saturado tras el grado, podría ser preferible trabajar un tiempo y retomar los estudios después con más claridad. Cada persona es distinta: algunos prefieren encadenar grado y máster, otros se benefician de un descanso o de experiencia previa antes del posgrado.
¡No olvides el Trabajo Fin de Máster! Si decides hacer un máster, deberás realizar un proyecto final o TFM para obtener el título. Este trabajo de investigación suele ser exigente. Si necesitas apoyo con la redacción de tu TFM, en TFGonline te podemos ayudar a completarlo con éxito. Contar con mentoría profesional te quitará estrés y asegurará que entregues un trabajo de calidad.
Entrar en el mercado laboral: buscar tu primer empleo
La opción clásica tras terminar la universidad es buscar trabajo e ingresar directamente al mercado laboral. Dar con tu primer empleo puede tomar tiempo y esfuerzo, pero es una excelente forma de obtener esa ansiada experiencia profesional. Trabajar te permitirá aplicar todo lo aprendido durante la carrera en situaciones reales, desarrollar nuevas habilidades y comenzar a ser independiente económicamente.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que encontrar trabajo como recién titulado no siempre es sencillo. El mercado laboral actual es competitivo (la tasa de paro juvenil ronda el 25% en España), y muchos puestos requieren algo de experiencia previa. Por eso, es importante armarse de paciencia y ser proactivo en la búsqueda. A continuación, veremos algunos consejos clave para facilitar tu camino hacia tu primer empleo.
Consejos para encontrar tu primer trabajo
Prepara un buen currículum: Tu CV es tu carta de presentación. Destaca tu formación (grado, estudios universitarios adicionales, cursos), tus habilidades (idiomas, informática, etc.) y cualquier experiencia (prácticas, voluntariados, proyectos) que demuestre tus competencias. Adapta el currículum a cada oferta, resaltando lo relevante para cada puesto.
Usa las bolsas de empleo y redes profesionales: Inscríbete en portales de empleo populares (Infojobs, LinkedIn, etc.) y sube allí tu currículum. Mantén tu perfil de LinkedIn actualizado y conecta con profesionales de tu sector. Muchas oportunidades surgen a través de contactos o reclutadores que buscan candidatos en línea.
Acude a ferias y servicio de carreras: Las ferias de empleo para jóvenes o los servicios de orientación laboral de tu universidad pueden ser útiles. En estos eventos puedes conocer empresas, dejar tu CV e incluso tener pequeñas entrevistas. También infórmate sobre programas de inserción laboral para jóvenes que ofrezca tu gobierno local o autonómico.
Crea una carta de presentación llamativa: Acompaña tu CV con una carta donde expreses tu motivación, interés por la empresa y lo que puedes aportar. Personaliza cada carta para demostrar que conoces la empresa y estás realmente interesado en ese puesto.
Prepárate para las entrevistas: Practica posibles preguntas de entrevista y prepara buenas respuestas sobre tu experiencia académica y habilidades. Investiga sobre la empresa antes de la entrevista para demostrar interés. Una entrevista bien preparada aumenta tus probabilidades de ser seleccionado.
No descartes empleos junior o trainees: Para empezar, es posible que debas incorporarte en posiciones de entrada o como becario en prácticas. Esto es normal; lo importante es ir sumando experiencia. Un puesto junior bien aprovechado te dará las bases para escalar a roles de mayor responsabilidad en el futuro.
Tip: Si la búsqueda se alarga, aprovecha para seguir formándote en paralelo. Puedes hacer algún curso corto o certificarte en herramientas demandadas en tu sector. Así mejoras tu perfil mientras sigues enviando CV. Lo importante es no rendirse: la persistencia suele dar sus frutos y pronto podrás dar ese primer paso en tu carrera profesional.
Buscar empleo en el extranjero
¿Has pensado en buscar oportunidades fuera de tu país? Tras la universidad, trabajar en el extranjero puede ser una gran forma de impulsar tu carrera. Países con mercados laborales más dinámicos o con demanda de profesionales en tu campo podrían ofrecerte ese primer empleo que aquí se resiste. Además, vivir en otro país te permitirá mejorar un idioma y crecer a nivel personal.
Si te atrae esta opción, prepara bien el terreno:
Investiga destinos potenciales: Averigua qué países o ciudades tienen demanda en tu sector. Revisa requisitos de visado (si aplican fuera de la UE), condiciones laborales, salarios y costo de vida. La web de EURES (portal europeo de movilidad profesional) es un buen punto de partida para empleos en Europa.
Adapta tu CV al formato internacional: Cada país tiene sus normas. Por ejemplo, en países anglosajones suele preferirse un CV breve y sin foto. Traduce y certifica tus títulos si es necesario, y destaca tus competencias lingüísticas.
Utiliza redes y portales globales: LinkedIn te permite buscar empleos en cualquier lugar del mundo y conectar con reclutadores internacionales. También hay webs especializadas por país (como Indeed, Glassdoor, etc.) y ferias virtuales de empleo global.
Aprovecha programas de movilidad: Existen programas gubernamentales y becas que facilitan prácticas o contratos en el extranjero para jóvenes (como las becas ICEX, programas de voluntariado europeo remunerado, etc.). Infórmate sobre estas opciones, pues pueden cubrir gastos y simplificar trámites.
Trabajar fuera puede dar vértigo al principio, pero a muchos jóvenes les ha supuesto un salto de calidad en su experiencia profesional. Incluso si es temporal, la perspectiva internacional y la adaptabilidad que ganas son muy valoradas luego por las empresas en casa. Si tienes espíritu aventurero, no dudes en explorar el mercado laboral más allá de tus fronteras.
Realizar prácticas profesionales
Si tras graduarte aún no te sientes listo para un empleo a tiempo completo o el mercado laboral está complicado, una opción intermedia es hacer prácticas profesionales. Muchas empresas ofrecen becas o contratos de prácticas para recién titulados, lo que te permite ganar experiencia profesional en un entorno real mientras sigues en modo formación. De hecho, existen convenios universidad-empresa y programas públicos (como la Garantía Juvenil) que facilitan prácticas para recién titulados. Aprovechar estos recursos puede ser clave para dar tus primeros pasos en el mundo profesional.
Las prácticas suelen tener una duración determinada (por ejemplo, 6 meses) y una remuneración más baja que un puesto fijo, pero a cambio obtienes otros beneficios:
Aprendizaje en el terreno: Aplicarás tus conocimientos académicos en situaciones concretas de trabajo, con la guía de profesionales más experimentados. Es una extensión práctica de tus estudios.
Mentoría y feedback: Al ser un puesto de formación, es habitual que durante las prácticas recibas tutoría, capacitación y evaluaciones periódicas. Esto te ayuda a mejorar día a día y a identificar en qué debes crecer.
Puerta de entrada a la empresa: En muchos casos, si demuestras tu valía, la empresa podría ofrecerte quedarte en un puesto fijo al terminar las prácticas. Aunque no esté garantizado, es una vía para conseguir empleo indefinido.
CV más fuerte: Incluso si no te contratan luego, la experiencia de prácticas en tu currículum mejora mucho tu perfil. Habrás adquirido habilidades concretas y podrás aportar referencias de tu desempeño.
Para encontrar prácticas, puedes usar los mismos canales que para buscar empleo (portales web, LinkedIn) filtrando por puestos junior o becas. También revisa las bolsas de prácticas de tu universidad y programas como las becas Talentum, Faro o Argo, que gestionan estancias en empresas para jóvenes.
En resumen, unas prácticas profesionales son un excelente trampolín hacia el mundo laboral. Te dan experiencia profesional tangible y contactos en el sector, al mismo tiempo que sigues aprendiendo. Si tienes la oportunidad de hacer unas prácticas en tu campo, aprovéchala: podría ser el impulso que necesitas para lanzar tu carrera. Durante ese período, muestra iniciativa, aprende todo lo que puedas y trata de integrarte en el equipo. Si dejas una buena impresión, es posible que te tengan en cuenta para futuras vacantes. Y aunque no continúes en la misma empresa, la experiencia y los contactos logrados te respaldarán en futuros procesos de selección.
Emprender tu propio negocio o proyecto
Si tienes una idea de negocio rondando tu cabeza y un espíritu emprendedor, acabar la universidad puede ser el momento de emprender tu propio proyecto. Crear una empresa o iniciar un emprendimiento es un camino retador pero muy gratificante. Pasarás de ser estudiante a ser tu propio jefe, aplicando todo lo que sabes para sacar adelante tu iniciativa.
Cabe destacar que emprender no siempre significa fundar una gran startup tecnológica; también puedes montar un pequeño negocio local, trabajar como autónomo ofreciendo tus servicios profesionales, o incluso continuar y modernizar un negocio familiar. Lo importante es que sea un proyecto que te motive y donde apliques tu iniciativa.
Emprender te permite desarrollar al máximo tu creatividad y autonomía. Si tu proyecto tiene éxito, podrás generar tu propio puesto de trabajo (y dar empleo a otros) haciendo algo que te apasiona. Además, hoy en día existen cada vez más apoyos para jóvenes emprendedores: programas de mentoría, incubadoras de startups, concursos de ideas de negocio, ayudas públicas e inversores interesados en proyectos innovadores.

Consejos si decides emprender recién graduado
Ten un plan de negocio: Antes de lanzarte, elabora un plan donde detalles tu propuesta de valor, estudio de mercado, modelo de ingresos, necesidades de inversión y proyecciones. Un buen plan te ayudará a evaluar la viabilidad de tu idea.
Busca asesoramiento: No tienes por qué hacerlo todo solo. Acude a oficinas de emprendimiento (muchas universidades las tienen), mentores con experiencia o incluso empresas especializadas en ayudar a emprendedores. Escuchar consejos de expertos te evitará cometer errores comunes.
Empieza en pequeño y ajusta: Puedes iniciar tu negocio a pequeña escala para probar cómo responden los clientes. A medida que veas qué funciona, irás ajustando y creciendo. Emprender es un proceso iterativo de aprendizaje constante.
Prepárate para los desafíos: Los inicios suelen ser difíciles. Es posible que al principio ganes poco dinero o tengas que pivotar la idea. La perseverancia es clave. Aprende de los fracasos parciales y celebra los pequeños logros para mantener la motivación.
Emprender recién graduado tiene ventajas: vienes con ideas frescas, energía y pocas cargas familiares, lo que te permite tomar riesgos. Sin embargo, también implica retos, como la falta de experiencia profesional previa o de capital. Si tienes una idea de negocio sólida, un plan y muchas ganas, podría ser una gran oportunidad empezar joven. Busca asesoramiento de mentores o incubadoras para aumentar tus probabilidades de éxito. Pero si no lo ves claro, tampoco pasa nada por trabajar primero unos años, aprender del sector y más adelante emprender con ese conocimiento acumulado. Ser tu propio jefe tan joven conlleva riesgos, pero también un gran aprendizaje que te hará crecer rápidamente. Si crees firmemente en tu idea y estás dispuesto a dedicarle tiempo y esfuerzo, emprender puede ser una vía apasionante para encaminar tu futuro profesional.
En España, instituciones como las Cámaras de Comercio, aceleradoras de startups (por ejemplo, Lanzadera o SeedRocket) y organismos públicos ofrecen ayudas y mentorías para jóvenes emprendedores. Apoyarte en estas redes puede marcar la diferencia y evitar que emprendas completamente en solitario. Ten presente que muchas empresas de éxito surgieron tras varios intentos fallidos: la resiliencia y la capacidad de adaptación son cualidades clave en el camino del emprendimiento.
Preparar oposiciones o empleo público
Otra vía muy popular en España al terminar la universidad es preparar oposiciones para acceder a un empleo público. Las oposiciones son procesos selectivos (exámenes competitivos) para plazas de funcionario en administraciones públicas: desde profesor de instituto, administrador civil, sanitarios, fuerzas de seguridad, hasta técnicos en ayuntamientos, entre otros muchos. Conseguir una plaza mediante oposición te brinda un trabajo estable para toda la vida, con buen sueldo y beneficios, por lo que resulta atractivo para el futuro profesional de muchos jóvenes. Preparar y aprobar una oposición suele requerir entre uno y tres años de estudio (según la dificultad y tu dedicación), así que debes mentalizarte para un esfuerzo prolongado.
Sin embargo, opositar requiere dedicación plena y mucha paciencia. Hay que estudiar un temario extenso y competir contra miles de aspirantes por un número limitado de plazas. Es un proceso que te llevará mucho tiempo, esfuerzo y dedicación, por lo que tienes que ser constante en la decisión que tomes y tener claras las prioridades. Antes de adentrarte en el mundo del opositor te recomiendo que te informes bien de las oposiciones que vas a hacer, dónde las vas a hacer, etc., así como la posible movilidad geográfica que implican (muchos opositores terminan trabajando en otra ciudad o región distinta a la suya).
Consejos para preparar oposiciones con éxito
Infórmate bien de la oposición elegida: Investiga el tipo de plaza, requisitos de titulación, pruebas a realizar y cuántas plazas suelen ofrecer. No es lo mismo opositar para juez que para administrativo. Elige una oposición que realmente te interese como carrera profesional.
Organiza un plan de estudio: La clave está en la constancia. Establece un horario diario de estudio, con metas semanales. Divide el temario en bloques y repasa periódicamente. Considera apuntarte a una academia de oposiciones o grupo de estudio para mantener la disciplina y resolver dudas.
Prepárate mentalmente: Es normal que el proceso sea duro y a veces desmotivante. Habrá días de agotamiento o temas difíciles. Mantén el enfoque en tu objetivo final (esa plaza fija). Practica técnicas de descanso activo, deporte o meditación para controlar el estrés.
Realiza simulacros de examen: Cuando tengas buena parte del temario estudiado, haz exámenes de prueba en condiciones similares a las reales (tiempo cronometrado, sin ayudas). Esto te ayudará a ganar confianza y a identificar en qué temas estás más flojo para reforzarlos.
Opositar puede ser un camino largo, pero si logras tu plaza habrá valido la pena. Tendrás un puesto estable en el que podrás desarrollarte profesionalmente por muchos años. Además, servir a la sociedad desde la administración pública es algo que motiva a muchas personas. Si la seguridad laboral es tu prioridad y te ves en ese tipo de trabajo, prepararse una oposición es una inversión de tiempo que puede definir tu carrera para siempre.
Tomarte un año sabático o hacer voluntariado
Si ninguna de las opciones anteriores te convence del todo o simplemente necesitas un descanso, también es válido tomarte un año sabático o dedicarte a un voluntariado. No todo tiene que ser estudios o trabajo inmediatamente; a veces un periodo para descubrir el mundo o a ti mismo puede ser justo lo que necesitas antes de encarar tu vida profesional.
Año sabático: viajar y ampliar horizontes
Un año sabático consiste en pausar temporalmente tu incorporación al mundo laboral o académico para hacer otras actividades, usualmente viajar, aprender idiomas o simplemente reflexionar sobre tu camino. Lejos de ser tiempo perdido, un sabático bien aprovechado puede aportarte mucho:
Mejorar idiomas: Puedes usar el tiempo para ir al extranjero, hacer cursos de idiomas o incluso trabajar como au pair o en programas de intercambio cultural. Dominar otro idioma potenciará tu CV en el futuro.
Crecimiento personal: Viajar te saca de tu zona de confort, te hace más independiente y te expone a nuevas culturas y formas de pensar. Esto ampliará tu visión del mundo y tus habilidades sociales.
Clarificar tus metas: Alejarte de la rutina académica/laboral por unos meses te da perspectiva para pensar qué quieres hacer con tu vida. Muchos jóvenes descubren su verdadera vocación durante un año sabático, ya sea viajando o probando actividades distintas.
Eso sí, un año sabático requiere cierta planificación financiera (ahorros o apoyo familiar) y disciplina para no convertirlo en solo “12 meses de vacaciones” (además, no tiene por qué ser exactamente un año; un periodo sabático puede durar meses según tus posibilidades). Fija algunos objetivos (por ejemplo, visitar X países, mejorar tal idioma, hacer un proyecto personal) y así tendrás un sentido de progreso durante el periodo. Al final de tu descanso, volverás con energías renovadas y mayor claridad para decidir el siguiente paso.
Realizar un voluntariado
Otra forma de emplear tu tiempo tras la uni es mediante un voluntariado, ya sea local o internacional. Colaborar con una ONG, proyecto social o causa humanitaria te permitirá:
Contribuir y ganar valores: Ayudar a otros te da una enorme satisfacción personal. A la vez, desarrollas empatía, responsabilidad y aprendes sobre realidades diferentes a la tuya.
Adquirir habilidades: Dependiendo del voluntariado, podrías aprender organización de eventos, enseñanza, construcción, atención sanitaria básica, etc. Son competencias blandas y duras que enriquecen tu perfil.
Networking alternativo: Conocerás gente diversa (otros voluntarios, coordinadores, comunidades locales) que pueden influir positivamente en tu forma de ver la vida e incluso abrirte puertas profesionales en áreas sociales o educativas.
Existen programas como el Cuerpo Europeo de Solidaridad, voluntariados internacionales con AIESEC, proyectos de Cruz Roja, entre otros, que facilitan a los jóvenes vivir experiencias de este tipo. Incluso algunos cubren gastos de alojamiento y comida. Unos meses de voluntariado pueden ser tan valiosos como la experiencia profesional en una empresa, sobre todo si buscas trabajar en el ámbito social posteriormente.
Tanto si decides viajar como si haces voluntariado, lo importante es que aproveches ese tiempo para crecer. No tengas miedo de “perder un año”; al contrario, puede ser el año que te forme como persona de una manera que ningún trabajo o máster podría hacerlo. Al regresar, estarás más preparado y motivado para enfocarte en tu carrera.
Seguir formándote con cursos y nuevas habilidades
El hecho de haber finalizado tus estudios universitarios no significa que debas dejar de aprender. De hecho, en un mundo laboral tan cambiante, la formación continua es casi imprescindible para mantenerte actualizado y competitivo. Por eso, otra opción después de la universidad es realizar cursos, certificaciones o aprender habilidades nuevas que complementen tu perfil.
Hay multitud de cursos cortos o programas específicos que puedes hacer según tus intereses y necesidades:
Idiomas adicionales: Si ya dominas inglés, tal vez podrías aprender un tercer idioma como alemán, francés o chino. O perfeccionar tu nivel actual certificándolo (por ejemplo, con el título oficial C1 o C2). El conocimiento de idiomas es muy valorado en el mercado laboral y abre puertas internacionalmente.
Habilidades digitales: Cursos de programación, marketing digital, diseño gráfico, análisis de datos, etc. Hoy en día, las competencias digitales son relevantes en casi cualquier sector. Un bootcamp de código o una certificación en herramientas específicas (como Excel avanzado, Google Analytics, AutoCAD, etc.) puede marcar la diferencia en tu CV.
Cursos técnicos o vocacionales: Quizás te interese un curso de posgrado más corto que un máster, o algún título de especialista. También existen formaciones profesionales de grado superior o cursos oficiales (por ejemplo, obtener certificados de profesionalidad) que te aportan práctica en campos concretos.
Soft skills y desarrollo personal: No todo son conocimientos técnicos. Talleres de oratoria, liderazgo, gestión del tiempo, inteligencia emocional, etc., pueden mejorar tus competencias transversales. Estas habilidades blandas son muy útiles al iniciar tu vida profesional y en tu día a día laboral.
Lo bueno de estos cursos es que muchos los puedes compaginar con otras actividades. Por ejemplo, podrías trabajar o buscar empleo durante el día y hacer un curso en línea por las noches. Así no pierdes el ritmo de aprendizaje mientras defines tu camino. Además, incluir certificaciones o habilidades extra en el CV demostrará a los empleadores tu iniciativa por seguir mejorando.
Recuerda que la formación no tiene por qué ser siempre reglada (universitaria). En la era digital tienes acceso a plataformas de cursos online, tutoriales, webinars e infinidad de recursos para aprender por tu cuenta. Por ejemplo, sitios como Coursera, edX o Udemy ofrecen programas impartidos por universidades y expertos de todo el mundo, muchos de ellos gratuitos o a bajo coste. Nunca fue tan fácil adquirir conocimientos desde casa. Cada nueva habilidad que domines será un punto a favor en tu carrera y te acercará a ese futuro profesional que deseas construir. Además, la formación continua puede servirte para reorientar tu trayectoria si descubres nuevos intereses: nunca es tarde para cambiar de rumbo aprovechando lo aprendido y lo que aún puedas aprender.
Potenciar tu perfil: networking y marca personal
Sea cual sea el camino que elijas tras la universidad, hay algo que siempre te beneficiará: construir un buen perfil profesional y hacer networking. Muchas oportunidades laborales surgen gracias a contactos y a la imagen que proyectas en el ámbito profesional, así que vale la pena dedicar tiempo a esto.
Optimiza tu perfil de LinkedIn u otras redes profesionales: Asegúrate de que tu perfil esté completo y actualizado (educación, habilidades, logros). Agrega una foto profesional y redacta un extracto que resuma tus aspiraciones. Publica de vez en cuando contenido relevante de tu área (artículos, proyectos) para mantenerte visible.
Cuida tu reputación online: Busca tu nombre en Internet y revisa qué aparece. Conviene que la imagen pública que das sea positiva. Si tienes redes sociales personales, configúralas como privadas o mantén un tono adecuado, ya que algunos reclutadores podrían investigar tu presencia online.
Asiste a eventos y ferias: Congresos, seminarios, ferias de empleo o conferencias de tu sector son excelentes lugares para hacer contactos. Prepara una breve presentación sobre ti (tu “elevator pitch”) y anímate a conversar con profesionales, intercambiar tarjetas o conectar por redes.
Construye un portafolio o blog: Si tu campo lo permite (diseño, programación, escritura, investigación, etc.), tener un portafolio en línea con tus proyectos o un blog donde compartas tu conocimiento puede hacerte destacar. Es una forma de demostrar lo que sabes hacer más allá del CV.
Consigue un mentor: Si conoces a algún profesional experimentado en tu campo (quizá un profesor, tutor de prácticas o contacto familiar), pídele consejo periódicamente. Un mentor te dará una visión realista y guía sobre tu desarrollo profesional, y podría conectarte con oportunidades.
Mantén el contacto con la universidad y excompañeros: Tus profesores, tutores o compañeros de clase pueden convertirse en conexiones útiles. No dudes en pedir consejo o información. Por ejemplo, un exprofesor podría avisarte de unas prácticas, o un compañero podría recomendarte en su empresa.
Trabaja en tu marca personal desde el principio de tu vida laboral. Una red de contactos sólida y una buena reputación profesional te abrirán puertas independientemente de la opción que elijas después de la universidad.
Conclusión: elige tu propio camino
Has visto que al terminar la universidad tienes un abanico amplio de posibilidades. No existe una respuesta única a qué debes hacer después de graduarte: cada persona tiene su propio camino según sus aspiraciones, necesidades y circunstancias. Lo importante es que tomes una decisión informada y te comprometas con ella. Ya sea estudiando un posgrado, buscando ese primer trabajo, preparándote unas oposiciones, viajando o combinando varias opciones, todas pueden ser válidas si encajan con lo que quieres en tu vida.
Un consejo final: no te compares en exceso con lo que hagan tus compañeros. Algunos encontrarán trabajo enseguida, otros harán un máster, otros opositarán… y puede que tú aún estés dudando. No pasa nada. Cada uno lleva su ritmo. Lo esencial es moverte hacia adelante de alguna forma: adquiriendo experiencia profesional, formándote o creciendo como persona. Incluso si pruebas un camino y luego cambias de opinión, esa experiencia te habrá enseñado algo útil.
Por último, recuerda que siempre puedes apoyarte en otros. Busca consejos en profesores, mentores o profesionales de tu sector. Y si tu elección implica realizar algún proyecto académico importante (como un TFG, un TFM o una tesis), en TFGonline te ofrecemos ayuda especializada para que logres culminarlo con éxito. ¡No dudes en contactarnos para que juntos impulsemos tu futuro profesional!
En resumen, tras terminar la universidad se abre un mundo de oportunidades. Analiza tus opciones, escucha a tu vocación y atrévete a dar el próximo paso. Tu carrera apenas comienza y está en tus manos construir el futuro que deseas. Avanza con confianza: ¡el mundo profesional te espera con los brazos abiertos!
FAQ
Preguntas Frecuentes
No, no es obligatorio hacer un máster inmediatamente. Todo depende de tu sector y de cómo visualizas tu futuro profesional. En muchas carreras puedes empezar a trabajar solo con el grado y, si más adelante ves la necesidad, cursar un posgrado. Un máster puede aportar especialización y mejorar tu currículum, pero si no estás convencido o no lo necesitas de inmediato, no pasa nada por esperar o incluso no hacerlo. En definitiva, haz un máster solo si te aporta valor y te ves motivado para cursarlo.
Para tomar esta decisión, considera varios factores. Primero, piensa en tu campo: ¿requiere títulos adicionales o se valora más la experiencia profesional? También reflexiona sobre tus circunstancias personales: si necesitas ingresos pronto, trabajar puede ser prioritario; si puedes permitirte seguir estudiando y te atrae profundizar conocimientos, un posgrado podría ser buena idea. Pregúntate qué te motiva más en este momento: incorporarte al mercado laboral para practicar lo aprendido o continuar en la vida académica. No hay una respuesta única: elige según tus objetivos a corto y largo plazo. Si tienes dudas, consulta con un orientador profesional o alguien de confianza que conozca tu sector.
Si aún no consigues un empleo, existen alternativas para sumar experiencia. Las prácticas profesionales son una vía excelente: busca becas o contratos de prácticas en empresas de tu sector. También el voluntariado en proyectos relacionados con tus estudios puede darte habilidades valiosas. Otra opción es realizar proyectos por tu cuenta (por ejemplo, desarrollar un pequeño software, montar un blog, ofrecer tus servicios freelance) para generar un portafolio. Incluso puedes cursar talleres prácticos o certificaciones que tengan pasantías incluidas. Lo esencial es mantenerte activo y aprendiendo. Incluso una experiencia pequeña es mejor que nada, para que cuando llegue la oportunidad laboral tengas algo de bagaje que mostrar.
Puede serlo, siempre que lo aproveches bien. Un año sabático te permite descansar del ritmo académico y explorar otras vivencias (viajes, idiomas, proyectos personales). Si te sientes muy confundido o saturado, este tiempo puede ayudarte a aclarar tu mente y definir qué quieres hacer. Eso sí, planifícalo para que tenga un propósito: por ejemplo, mejorar tu inglés, realizar un voluntariado en otro país o adquirir algún skill nuevo. Así no darás la impresión de haber “perdido” un año, sino de haberlo invertido en tu desarrollo personal. Tras el sabático, suele notarse que vuelves con mayor motivación y energía para tu carrera. Ten un plan para ese tiempo y así volverás con las pilas cargadas.
Aunque el voluntariado no es un empleo remunerado, sí deberías incluirlo en tu currículum. Las experiencias de voluntariado muestran tus valores, iniciativa y capacidad de trabajar en equipo, lo cual muchas empresas aprecian. Puedes crear una sección de “Experiencia Voluntaria” donde detalles qué hiciste y qué aprendiste. Si el voluntariado está relacionado con tu campo profesional (por ejemplo, voluntario en una ONG tecnológica siendo ingeniero), aún mejor, porque las habilidades adquiridas son transferibles. En resumen, el voluntariado enriquece tu CV. Inclúyelo bajo “Experiencia Voluntaria” en tu hoja de vida, porque aunque no sea trabajo formal, suma puntos a tu perfil.
Depende de tu situación y de la preparación que tengas. Emprender recién graduado tiene ventajas: vienes con ideas frescas, energía y pocas cargas familiares, lo que te permite tomar riesgos. Sin embargo, también implica retos, como la falta de experiencia profesional previa o de capital. Si tienes una idea de negocio sólida, un plan y muchas ganas, podría ser una gran oportunidad empezar joven. Busca asesoramiento de mentores o incubadoras para aumentar tus probabilidades de éxito. Pero si no lo ves claro, tampoco pasa nada por trabajar primero unos años, aprender del sector y más adelante emprender con ese conocimiento acumulado. Ser tu propio jefe tan joven conlleva riesgos, pero también un gran aprendizaje que te hará crecer rápidamente.
Opositar es un camino duro pero con una recompensa atractiva: un empleo público estable. Si tu meta es ser funcionario y tienes claro a qué oposición ir, puede valer la pena intentarlo desde joven, ya que dispondrás de energía y tiempo para estudiar. Ten en cuenta que podrías tardar varios años en lograr la plaza (no es garantizado aprobar a la primera). Durante ese tiempo, no obtendrás ingresos importantes ni experiencia laboral en la empresa privada, así que debes estar preparado económicamente y mentalmente. Para muchos, el esfuerzo compensa al final; otros prefieren buscar trabajo e intentar las oposiciones en paralelo. Evalúa tu nivel de compromiso y cuán atractivo es para ti el premio (la plaza fija) antes de decidir. Si valoras la estabilidad a largo plazo por encima de empezar a trabajar enseguida, opositar puede ser tu mejor inversión personal.
Tranquilo/a, no eres la única persona confundida al terminar la carrera. Lo primero es informarte de las opciones (algo que ya estás haciendo). También puedes buscar orientación profesional: muchas universidades ofrecen asesoramiento a egresados, o podrías hablar con algún profesor o profesional de confianza. Haz una lista de tus intereses, habilidades y cosas que disfrutas, para identificar qué carreras o sectores podrían encajar contigo. Si sigues dudando, no temas probar: podrías empezar por unas prácticas o un trabajo provisional, o tal vez cursar un posgrado genérico mientras decides. Incluso un año sabático con actividades variadas podría darte claridad. Lo importante es no quedarse paralizado; conforme vayas experimentando, irás descubriendo qué te gusta y qué no, y así podrás enfocar mejor tu rumbo.